Tipos, causas, tratamientos y prevención.
No es plato de buen gusto para nadie padecer una lesión,
especialmente para aquéllos en los que su instrumento de trabajo es el cuerpo
mismo como ocurre con la danza. Desde un punto de vista práctico, el bailarín
de una compañía que por lesión está obligado a parar le está dejando su puesto
a otro. Quizá este pensamiento sea la razón por la cual muchos bailarines
aguantan el dolor de forma casi estoica en un mundo de danza que se está
volviendo cada vez más competitivo.
Por este motivo cada vez más bailarines se preocupan por
aprender cual es la mejor manera para cuidar su preciado instrumento en lo que
se podría calificar como una”new wave”
en la danza actual: la prevención de lesiones. Incluso los bailarines más
afortunados, aquéllos que no han sufrido nunca lesión alguna, mismo éstos se
interesan en la prevención, sabedores de que mismo si las lesiones son algo
“normal” de la profesión hay muchas posibles formas para reducirlas en cantidad
y en gravedad.
Si intentamos hacer una clasificación de las lesiones tipo
que se producen por el ejercicio de la danza nos encontramos con que el número
de lesiones que están en relación directa con la danza es escaso; tan sólo
aquéllas que son consecuencia del trabajo “en dehors” y en extensión dorsal, el
hallus valgus más conocidos como “juanetes” o la fractura del 5º
metatarsiano merecen un puesto
destacado. El resto, forman parte del triste
“elenco” de lesiones (*)
relacionadas con la práctica de cualquier actividad que sea denominada como de
“alto rendimiento”.
Tipos de lesiones
Los tipos de lesiones van a venir determinados de acuerdo a
las partes o estructuras corporales que se vean involucradas, pudiendo afectar
al tejido óseo (fracturas y fracturas por stress) o al tejido blando (lesiones
musculares y articulares que incluyen no sólo la parte ósea de la articulación
sino también las estructuras de la articulación misma: cápsula, ligamentos,
sinovial, meniscos, discos intervertebrales, etc.) siendo afortunadamente estas
últimas la principal causa de baja laboral.
Muchos estudios han demostrado que al menos el 50 por ciento
de las lesiones ocurren en pie y tobillo (menos documentado es el hecho de ser
lesiones que por lo general ocurren más de una vez). En otros se observa cómo
las partes corporales más vulnerables a lesionarse en la danza son, la rodilla,
la cadera y la columna lumbar, pero en la práctica se observan casi con la
misma asiduidad que las que se producen en la parte superior del cuerpo
incluyendo cabeza y cuello. Es
importante comprender bien que un músculo que sea solicitado para trabajar de
manera constante se atrofia. El trabajo constante impide la correcta
vascularización estrechando los vasos sanguíneos con lo que el músculo se
fibrosa y degenera hacia lo conjuntivo (estático). Como los músculos no están
hechos para una función estática la persona siente una fatiga constante con
contracciones y dolores en las inserciones musculares (tendinitis y
periostitis) estando en realidad atrofiados por un exceso de trabajo y no por
debilidad.
El trabajo de cara a devolver a los músculos su función
dinámica se verá recompensado con la disminución del dolor y la notable mejora
en la troficidad muscular sea cual sea el nivel del desequilibrio. Pero más
interesante que la clasificación de las lesiones es el interés por el origen,
el remedio y sobre todo la prevención.
Origen de la lesión
El origen de la lesión salvo cuando la naturaleza de ésta es
de tipo traumático viene determinado de una parte por las condiciones
anatómicas presentes de otra, por el conocimiento y cultivo de la técnica.
En las lesiones de
origen traumático pueden darse circunstancias o factores ajenos al bailarín que
favorezcan o aumenten las posibilidades de lesión como pueden ser el suelo, el
calzado, la temperatura, la repetición reiterativa del movimiento, la
fatiga…éstas no hacen más que agravar las compensaciones mecánicas negativas ya
presentes, pero sirven en todo caso como justificante en el grupo para que se
produzca la reclamación colectiva necesaria con el fin de conseguir el cambio o
la mejora y evitar así nuevas incidencias.
La causa o causas de lesión pueden no ser evidentes excepto
ante una observación y examen meticuloso y detallado. Gran parte de los
bailarines no presentan de forma natural las condiciones anatómicas necesarias
como para bailar. Es de gran importancia que
los maestros tengan en cuenta las características físicas de cada alumno
sobre todo en edad temprana ya que puede haber limitaciones físicas y restricciones
que pueden impedirle el desarrollo de una técnica perfecta.
La falta de conocimiento de la técnica por su parte puede
que no plantee grandes problemas a aquéllos en los que las condiciones físicas
sean la ideales pero para aquellos que no lo son, la lesión puede permanecer
latente durante largo tiempo intercalándose periodos de dolor intenso con
periodos de malestar controlado lo cual termina por convertirse en una lesión
crónica.
También debe ser contemplado junto con lo anteriormente
expuesto el hecho de que no aplicar la técnica de la forma correcta es también
causa de lesión. Es corriente encontrar bailarines que descuidan su posición
durante la clase: ninguno de entre nosotros trabaja con la misma intensidad de
forma bilateral, existe siempre un sentido de movimiento facilitado y otro
restringido que es justamente, el que merece más atención a la hora de la
ejecución del ejercicio. Los bailarines deberán hacer uso de todos sus
conocimientos aplicándolos a su
potencial físico pero nunca deberán llegar más allá de sus límites.
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